Entradas populares

viernes, 12 de abril de 2013

"Ruta de las gordas, una muestra de artesanos nicaragüenses"



Les comparto un reportaje que hizo teleSUR sobre el Corredor Turístico de las Gordas.

Canto "Corrido a San Juan de Limay"



"Corrido a San Juan de Limay"

Hay un pueblo aquí en Nicaragua que se llama san Juan de Limay donde habitan bonitas mujeres y las flores de un lindo rosal, sus colinas se visten de verde y lo alumbra un gran sol tropical y es costumbres en sus noches de luna ir con una guitarra a cantar.
(coro)
Sin sol o sin luna, yo quiero a mi pueblo, mi pueblo bendito san Juan de Limay.
Sin sol o sin luna yo quiero a mi pueblo, mi pueblo bendito san Juan de Limay.

Yo he comido en distintos lugares en mi patria en el extrajera, pero a la cocina de Limay yo me quito y le rindo el sombrero, si una fiesta se va a celebrar las muchachas lucen muy hermosas llevan lumbre de amor en sus ojos y en sus labios fragancias de rosas.
(coro)
Sin sol o sin luna, yo quiero a mi pueblo, mi pueblo bendito san Juan de Limay.
Sin sol o sin luna yo quiero a mi pueblo, mi pueblo bendito san Juan de Limay.
Este pueblo está muy cuidado de esos males que vienen y van por el días lo cuida san Pedro y en las noches le toca a san Juan, En Limay hay buen calor humano y lo damos sin buscar razones, a un extraño brindamos la mano y a la siembra nuestros corazones.
(coro)
Sin sol o sin luna, yo quiero a mi pueblo, mi pueblo bendito san Juan de Limay.
Sin sol o sin luna yo quiero a mi pueblo, mi pueblo bendito san Juan de Limay.

                                       








Autor:
Roberto Blandón
Hijo de este pueblo

          

lunes, 8 de abril de 2013

ORIGEN DE SAN JUAN DE LIMAY


ORIGEN DE SAN JUAN DE LIMAY

San Juan de Limay es un municipio con una historia muy sencilla que en su seno alberga como primeros habitantes a los indígenas choroteganos y españoles, los primeros pobladores se asentaron a orillas del rió Limay, donde dejaron huellas de su cultura en el sector conocido como El Chorro. En la actualidad aun se conservan en piedras macizas una serie de jeroglíficos: la sirena, la serpiente emplumada,  la luna, el sol, que se asemejan en el calendario Azteca, San Juan de Limay es territorio rico en historia precolombina.



El primer caserío que llevó el nombre de Limay se localizó en lo que es hoy la comunidad de Tranqueras, a la cual llamaban “Limay Grande”. Entre sus primeros pobladores figu-raban: Yanuario Castellón, Matías Guillén, Juan Sáenz, Teodoro Bellorín, Liborio Martínez, Alejandro, Paulino y Bruno Castellón.

La historia cuenta que en el año 1600, don Yanuario Castellón donó 10,000 manzanas de terreno a “Limay Grande”, las cuales compró a la Capitanía de Guatemala a razón de 5 pesos con 80 centavos cada caballería.


Después de 283 años, el gobierno del doctor José Adán Cárdenas, emitió un decreto —el 20 de marzo de 1883— que contemplaba la donación a Limay de 20 caballerías de tierra en la zona de “Agua Zarca” y “El Hornito”, para que su producto se utilizara en la reedificación del Cabildo Municipal.

El territorio de Limay, en 1549 fue divido en lotes, cada uno comprendía de 5 a 9 caballerías. El Regidor y Juez Local, don Fernando Casco, supervisó la entrega de los lotes, cuyo título de posesión fue recibido por el dirigente comunitario don Felipe Urbina de manos de don Pedro Saravia, capellán de la Provincia de León. 

Antes de la creación del departamento de Estelí, Limay pertenecía a la Provincia de “Somoto Grande”, que a su vez era parte de Nueva Segovia, lo mismo que Condega y Pueblo Nuevo. Estelí y La Trinidad pertenecían a Jinotega. En 1860 se le concedió el nombre de “Villa Limay”.

En 1891 San Juan de Limay fue ratificado como municipio, mediante decreto legislativo emitido el 4 de diciembre, en el que Roberto Sacasa, Presidente de Nicaragua, creó el departamento de Estelí integrado por los municipios de La Trinidad, Condega, Pueblo Nuevo, Estelí y, por supuesto, San Juan de Limay.



Tomado de la prensa, publicado en el 2001 

San Juan de Limay “Un pueblo sentado en oro puro”


San Juan de Limay

“Un pueblo sentado en oro puro”




 Se le recuerda como un municipio próspero, debido a la producción minera: oro, grafito y marmolina, allá por los años veinte en el siglo pasado. San Juan de Limay, ubicado a 192 kilómetros de Managua, es un pueblo de gente hospitalaria y laboriosa, un valle cuyos recursos naturales han perecido ante la apremiante necesidad de sus pobladores, pero también es un pueblo donde las esperanzas no desaparecen.


Rodeado de valles sin bosques y cobijado por las polvaredas, se localiza detrás de la Meseta de Estelí, en las faldas del cerro Tipiscayán, el hospitalario municipio de San Juan de Limay, en el departamento de Estelí.


Este típico pueblo norteño tiene estrechas calles empedradas por naturaleza, que son recorridas por sus habitantes, montados en bestias, con altas botas y sombreros para cubrirse del sol.



San Juan de Limay es un pueblo asediado por el calor, clama por la creación de programas que generen fuentes de empleos para mejorar las condiciones de vida de sus habitantes.



UN PUEBLO FRUCTÍFERO
Un geólogo alemán que visitó la localidad en la década de los 50, después de estudiar las riquezas minerales del municipio, dijo de San Juan de Limay: “Éste es un pueblo pobre, pero está sentado en oro puro”.


En otros tiempos, San Juan de Limay fue un fructífero pueblo. Según las narraciones de sus pobladores, hacia 1925 la producción de oro oscilaba entre 2 y 4 toneladas cada quince días.



La Grecia, Los Chapetones, El Colorado y Las Minitas, son lugares con reservas de minerales como el oro, cobre, grafito y marmolina, que dejaron de ser explotados hace varias décadas por la falta de iniciativa de los gobiernos de turno.


LAS ESCULTURAS DE MARMOLINA

San Juan de Limay se identifica en el campo nacional e internacional por los preciosos trabajos que los artesanos esculpen en marmolina extraída  desde hace muchos años del cerro Tipiscayán, pues ahora la alternativa es la beta de la Mina El Limón, en el departamento de León. 


Tomado de 
Adolfo Olivas y 
MaricelyLinarte
Prensa, 2001